Bienestar y Desconexión en Alquería de los Lentos
- Christoph Van Daele
- 11 ago
- 2 Min. de lectura
Un refugio para frenar el ritmo y volver a ti mismo
En un mundo que nos empuja a ir siempre deprisa, hay lugares que parecen susurrar: “Aquí no hace falta correr”.La Alquería de los Lentos, enclavada en el corazón del Valle de Lecrín, es uno de esos rincones donde el tiempo se dilata y cada instante se saborea como un buen vino al atardecer.

El arte del slow travel
Viajar lento no es solo moverse despacio: es abrir los sentidos, dejarse abrazar por el paisaje, caminar sin mapa, sentir la textura de la piedra antigua bajo la mano y el olor de la hierbabuena recién cortada en el jardín.Aquí, cada huésped encuentra su propio ritmo: algunos se dejan llevar por largas siestas bajo la sombra de los olivos, otros se pierden leyendo junto a la piscina, y hay quien descubre que lo más bonito del viaje es mirar las montañas sin prisa.
Rituales de relajación
En la Alquería, cuidarse no es un lujo, sino una forma de vida.El hammam —con su calor suave y envolvente— invita a desprenderse de la tensión. El jacuzzi, con sus burbujas acariciando la piel, parece borrar cualquier pensamiento que no sea placer puro.Y para completar la experiencia, nada como un masaje profesional en nuestro espacio de bienestar: manos expertas que liberan músculos y pensamientos, devolviéndote la ligereza.
Mindfulness en el jardín
Nuestro jardín es un pequeño universo vivo. Entre naranjos, romero y lavanda, el tiempo se detiene.Aquí puedes:
Leer ese libro que llevas meses queriendo empezar.
Practicar meditación guiada o en silencio, escuchando el murmullo del agua y el canto de los pájaros.
Simplemente tumbarte y dejar que la brisa te cuente historias antiguas.
Música, yoga y estrellas
Las noches de verano tienen su propia magia: conciertos en vivo bajo las estrellas, donde la música se mezcla con el perfume de jazmín y el cielo estrellado del sur de España.Y para quienes buscan un encuentro más íntimo con el cuerpo y la mente, ofrecemos sesiones de yoga:
Jueves por la mañana, para empezar el día con energía y calma.
Domingo por la tarde, para cerrar la semana en armonía y gratitud.
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