Los Lentos de Nigüelas
- Christoph Van Daele
- 26 feb
- 3 Min. de lectura
Paz, belleza y naturaleza se funden en Nigüelas, conocido como el Balcón del Valle de Lecrín, donde el agua de Sierra Nevada es su mayor tesoro.
Festina Lente, que significa "apresúrate despacio", es el lema de este municipio situado en la parte alta del Valle de Lecrín. Sus habitantes son tradicionalmente conocidos como "los lentos", y el origen de este apodo tiene dos versiones igualmente curiosas.
Según una leyenda, hace muchos años se realizó una rifa entre varios pueblos de la zona, y Nigüelas fue agraciado con una imagen de la Virgen del Sagrado Corazón. Como ya contaban con una Virgen similar en su parroquia, decidieron cederla a la vecina localidad de Dúrcal. La multitud que acompañó la imagen en procesión fue tal, y avanzó tan lentamente, que los durqueños comenzaron a llamar a los habitantes de Nigüelas "los lentos".

Otra versión del origen del apodo se remonta a una influyente familia apodada "los lentos" que residía en Dúrcal. Esta familia, propietaria de grandes extensiones de tierra y con gran reconocimiento en la región, se trasladó a Nigüelas. Con el tiempo, cuando los durqueños se referían a visitar Nigüelas, solían decir "vamos a los lentos", lo que terminó consolidando el sobrenombre para todos sus habitantes.
El ayuntamiento adoptó el lema Festina Lente, que figura en su escudo, reflejando la filosofía tranquila y pausada de este pintoresco pueblo. Esta expresión tiene raíces en la fábula de Esopo sobre la liebre y la tortuga y fue utilizada como emblema por el emperador romano Augusto.
Nigüelas tiene un origen árabe y era conocido como Niwalas, que significa "atalaya". Formó parte de la Tahá de Padul en el reino nazarí de Granada. En 1491, un sultán nazarí, al viajar hacia el sur de Granada por una ruta comercial de olivos, seda y cítricos, quedó cautivado por la belleza del lugar, su brisa cálida y su aroma a jazmín y hierbabuena. Para dejar su huella, plantó una semilla de olivo que, según la tradición, escondía un misterioso secreto.
Tras la conquista cristiana, la agricultura siguió siendo la base de la economía local, impulsada por el agua de Sierra Nevada. Al ingenioso sistema de acequias musulmán se sumó, en el siglo XVI, la construcción del Partidor de Aguas, que aún hoy divide el caudal entre Nigüelas y Dúrcal y puede visitarse.
Las fértiles tierras de Nigüelas producen almendros, olivos, caquis y nísperos, adaptándose al clima más extremo de la zona alta del valle. El agua también movía molinos de aceite y de trigo. Uno de los más antiguos de España y Europa, la almazara "La Erilla", construida entre los siglos XIII y XV, funciona hoy como centro de interpretación. Este molino combina dos sistemas de molienda: el molino de sangre, de tracción animal y de origen íbero-romano, y el molino hidráulico, introducido por los musulmanes en el siglo XV.
El pueblo conserva su arquitectura tradicional, con estrechas calles y casas blancas que nos conducen a la Iglesia de San Juan Bautista, cuya torre se alza imponente. Construida entre 1557 y 1563 sobre una antigua mezquita, fue incendiada por los moriscos en la rebelión de las Alpujarras y posteriormente reconstruida. Su retablo del siglo XVIII alberga una imagen de San Juan Bautista, obra del reconocido escultor granadino José Risueño.
Entre los rincones más encantadores se encuentra la Casa Zayas, un ejemplo de la arquitectura señorial granadina del siglo XVI. Rodeada por un jardín romántico del siglo XVIII, fue diseñada como casa de recreo de la familia Zayas. La última heredera la cedió a la Fundación Zayas y, en 1992, pasó a albergar el ayuntamiento de Nigüelas.

El rumor del agua nos guía hasta la acequia de la Pavilla, una ruta de senderismo que nos sumerge en Sierra Nevada. Su nombre proviene de la costumbre de los jóvenes del pueblo de acudir a este lugar apartado a "pelar la pava". Un tramo especialmente llamativo es aquel en el que la acequia discurre entre dos paredes verticales muy estrechas. En otoño, el paisaje se llena de tonos rojizos y amarillos, mientras el murmullo del agua acompaña el camino.
Otro atractivo geológico de Nigüelas es su falla, visible a kilómetros de distancia por la línea transversal que cruza las montañas y la variación en el color y la vegetación. Originada por los movimientos tectónicos que formaron Sierra Nevada hace ocho millones de años, la falla sigue activa, aunque de manera imperceptible. Un recordatorio de su dinamismo fue el terremoto de 2010, de magnitud 5,8, que, al originarse a 600 kilómetros de profundidad, no causó daños.
Al atardecer, desde el mirador de la Razuela, contemplamos cómo la luz dorada baña este apacible pueblo. Nigüelas, con su agua, su naturaleza y su ritmo sereno, es un rincón granadino que invita a disfrutar de la vida con calma, siguiendo el espíritu de "los lentos".

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